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Javier Machimbarrena

A La Luz del Sur

« J’aime l’art d’aujourd’hui parce que j’aime avant tout la lumière, et tous les hommes aiment avant tout la lumière, ils ont inventé le feu »

 (« Amo el arte de hoy porque amo ante todo la luz, y los hombres aman ante todo la luz, han inventado el fuego »)

Guillaume Apollinaire, 1913.

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Apuntes sobre un recorrido…las obras de Javier Machimbarrenaen el Sur.

Para estas notas me he apoyado principalmente en las imágenes.

En sintonía con el predicado…le tableau est autant fait par le regardeur que par l´artiste (La pintura está hecha tanto por el espectador como por el artista)… me animo a «hacer » la parte qué, según Duchamp, corresponde al regardeur.

Cuento con algo muy valioso para mí: el tiempo y las cosas compartidas con Javier M. He comprobado su talento para fusionar trabajo y vida con pasión. Valoro el exigente  ejercicio de  “equilibrista” al que se somete día a día. Aprecio su capacidad para transitar a través un amplio campo interdisciplinar – pintor, escultor, diseñador… – y admiro su capacidad para volver a empezar una y otra vez.

La exposición en el museo José Cruz Herrera reúne una veintena de obras. Pertenecen a un periodo muy concreto, iniciado por  Javier M. en julio de 2015, cuando se traslada desde San Sebastián al Sur. Las obras, realizadas entre los años 2016 y 2018, son hijas del dépaysement de su autor, resultado de una mirada renovada, a la luz del Sur. 

Lienzo, tablero, papel -en varios formatos-  y  pintura acrílica generan la danza obstinada entre materia y luz: el color. Las obras sin título (cortesía para con el espectador), se ordenan y agrupan siguiendo una numeración cronológica. A las nº 2, 3, y 4, Javier M., ha añadido la mención Serie Sobre mi hija.

Javier M., inmediatamente asaltado por sensaciones de luz, cede por completo la palabra al color. Parece que no existe antídoto a la luz del Sur. ¿Cuantos ilustres pintores han confesado ser, las felices víctimas de su embrujo? Para Chagall, el color era elequivalente a un rayo de libertad,  a la luz del Midi, reinvento su paleta. Marruecos para Delacroix, Arles para Van Gogh, Collioure, Niza para Matisse, Túnez decisivo para Klee……”El color me posee... el color y yo somos uno. Soy pintor” anotaba, este último en su diario durante el viaje ¿Diría lo mismo Javier M.?

El encuentro conmovedor con “lo sensible” (luz, cielo, paisaje…) afecta a la psique de un cuerpo que percibe, cuya necesidad primera, la transposición de la emoción, desencadena y activa una secuencia de avatares. Fascinación por los acontecimientos atmosféricos, las oscilaciones de la luz. Porosidad. Liberación de los prejuicios, predisposición a mirar de nuevo con ojos de niño.

Pero vayamos a sus cuadros. 

Descubro las obras de Javier M., realizadas en el Sur y las veo como amplias y generosas ventanas abiertas a las reminiscencias. Percepción, memoria, imaginación en constante interacción…

La obra nº 1(orden cronológico) contrasta claramente con el resto. Un acrílico acromático sobre papel, gran formato, que plantea interrogantes. ¿Soy color? ¿Soy dibujo? ¿Patrón de algo? Un ejercicio para sugerir el color sin definirlo, ¿el cuadro piloto?, ¿un desafío al espectador, acaso?

Para saber quién de Deraino Matisseera colorista de “verdad”, basta examinar reproducciones en blanco y negro de los cuadros fauvistas pintados por ambos artistas en Collioure, durante el verano de 1905. Entonces se comprobará que, en los cuadros pintados por el  “colorista”, cuando desaparece el factor color, la composición se desvanece. Lo que demuestra que, en su caso, el color “construye”, “dibuja” y por lo tanto cuestiona la primacía del dibujo.

Ahora pruebo con las obras de Javier M. Comparo cada pintura con su versión ficticia en blanco y negro, (atención de los medios informáticos) para “ver” qué ocurre, cómo se comporta, cómo trabaja el color, condición de lo visible.

El ejercicio, para el análisis de las obras, resulta concluyente en muchos aspectos. La luminosidad de alguna manera se mantiene, pero perdemos la vibración que aportan los colores y con ella, buena parte  del ritmo.

La fuerza cromática del color es algo completamente distinto de lo que llamamos luminosidad.

Los aspectos de la obra que la imagen en blanco y negro desactiva aparecen, por así decirlo, realzados en la imagen a color. Por contraste, la mirada se agudiza y aflora el sutil entretejido de los valores de claroscuro y los valores cromáticos. Con la reproducción en blanco y negro se pierde la arquitectura del cuadro, sustentada por el color.  

Frente a la estabilidad del blanco y negro, “la temporalidad del color”. Las obras nº 2, 3 y 4 (serie sobre mi hija) configuran una trilogía impactante por su deslumbrante valor cromático, homenaje a la luz solar, a su energía y vitalidad. 

Flores solares en movimientos giratorios. Vibración de los colores. Cálido abrazo de un padre a su hija. Reconciliación con el color…

Las manifestaciones más fieles del renovado estado de ánimo, afectado por el “shock” estético y emocional de la luz, evaporados los prejuicios. Quizá síntoma de haberse despojado de ellos… Fuertes sentimientos adhieren a los colores. 

¿Es Javier M. colorista? Por esencia probablemente no. Per accidensmás bien. Por necesidad vital allí en el Sur, sin duda. Experimentar con el color, hallar respuestas mediante el ejercicio intuitivo, libre de teorías previas. Ver a través les Couleurs de l'œil, les couleurs de l'âme, les couleurs de l´esprit.Descubrir los poderes contenidos del color… la sustancia del amarillo, del rojo, del azul. La alquimia necesaria para extraer del color, la luz. El sentido del color « energético », la dinámica, la espacialidad del color. Los mil rostros del color... ¿qué muestran?... ¿qué sugieren?... ¿qué ocultan? La eterna y gozosa vida del color.

Javier M., interroga a los colores, le importa la poética pero también la problemática del color… Es preciso relativizar la idea de una liberación del color como ejercicio de puro hedonismo, puro placer al que habría que abandonarse por completo. El color indisciplinado es peligroso… los que más le temen son los coloristas. Precisa de una elaboración, un trabajo paciente, una construcción, de algo que participe de la ciencia.

De la mismamanera que existe un amplio campo sonoro, existe un amplio campo  coloreado sometido a una variedad infinita de posibilidades vibratorias, de intervalos, de topografía a partir de la cual se puede constituir una dialéctica pictórica. Participan de un poder energético, porque son fuerzas y responden también a un vitalismo subyacente… 

Una de las obras, evoca la presencia centelleante de un plano acuoso, salpicado de “micro-acontecimientos”, formas temblorosas de múltiples colores, orquestadas por manchas rojizas.Resplandor de colores disueltos  que hacen un segundo cielo, igual de luminoso pero más diverso, cambiante, más rico e intenso que el otro, formado de tonos superpuestos cuya alianza es una harmonía.

En otra, un magma de colores en plena acción, fusionan en concordancias y discordancias. 

En varias de ellas, percibo la presión, aquí enérgica, decidida, allí suave, acariciante del instrumento sobre la materia y el soporte. Veo los movimientos imprimidos para liberar los yacimientos de color y exponerlos a la luz. La pugna de los colores para abandonar la oscuridad y metamorfosearse en signos de algo…

Repasando una y otra vez las imágenes, siento que cada  obra remite a un signo, el fuego o el agua. Las dos obras de menor formato nº 12 y 13 (lienzo de 20 x 20 x 4 cm) sintetizan esa filiación con mucha fuerza. El color es, visto así, para un pintor, el medio privilegiado para manifestar, no la forma de una cosa, el espacio–envolvente, pero la presencia e insistencia de un elemento. En una de ellas sentimos la refrescante presencia de una cortina acuosa en movimiento, en la otra los latidos sordos de la materia incandescente. En los dos casos se trata de luz para el pintor.  Pero la pintura, magnifica mentirosa, engaña…

Un amplio campo cromático abonado por vivos colores, palpita, de él brota una diminuta ventana…dialéctica pictórica….

En las pinturas de esta muestra no veo contornos. Solo, El trazo azul, de una forma sin cerrar, equilibra un conglomerado de manchas diversas en textura, tonalidad y densidad, superpuestas en varias direcciones.

En otras se ha trabajado para conciliar una pasta espesa con transparencias. Una suerte de  nube blanquecina, hecha diáfana por frotamiento, realza la superficie de luz y humedad.  Romper con los espesores, aligerar la materia, diluir la pasta… pintar muy delgado… Formas temblorosas…

El soporte como superficie, el color como campo, la materia como red de sensaciones, la pintura como acontecimiento…cuestiones experimentadas por  Javier M. durante su recorrido creativo, en el Sur.

Es preciso mencionar otros aspectos que, desde mi punto de vista, caracterizan las obras de Javier M: si bien no son concebidas en sentido estricto para un lugar, interactúan con la arquitectura, son versátiles, se adaptan a diferentes escalas.Concilian pintura y arquitectura. El autor idea la forma de mostrar la obra en estrecha sintonía con el lugar que las acoge, potenciando las sinergias entre esta y el espacio (configuración, luz, recorridos) y de ambos con el espectador. Por ejemplo, las cajas de luz(trabajo iniciado hace ya varios años) pueden ser cuadro, escultura, muro... su potencial esarquitectónico à part entière, yabre las puertas a las reminiscencias.  

El recuerdo de la fuerte impresión visual transita desde un espacio esencialmente óptico, el horizonte, hasta al espacio táctil, el suelo del taller, donde Javier M. coloca el soporte material sobre el que esa huella emocional será restituida. Trabajar a ras de suelo y exponer sobre la pared produce una disociación de las posiciones, en la cual el artista y el observador están en puntos diferentes en relación a la obra. El desafío es siempre el mismo, ¿Cómo presentarla?, y la pregunta se desgrana en unas cuantas más: ¿desde qué distancia debemos mirar la obra? ¿Hay una distancia ideal? ¿Se trata de un punto fijo o bien exige el desplazamiento del espectador? Acertar es dar a la obra sentido y al visitante, la posibilidad de su comprensión.

 Una pintura que reanuda con la sensualidad en gran parte perdida por la cultura contemporánea y las obras que hablan al intelecto y a las capacidades conceptuales en vez de dirigirse a los sentidos y las respuestas corporales... Las vivencias, la necesidad interior por encima del intelecto para no diluirse en el estetismo toda vez que olvidemos el viejo tam-tam del corazón… los sueños inacabados.

La belleza contra el estetismo. Entender la belleza no tanto como un valor estético, sino como resorte para creer con confianza en el futuro. Una forma de esperanza…Verla como ensanchamiento; entonces todo parece posible… vers l´absolu… ¿No nacerá la belleza de un material lleno de color que se extiende por amor a la vida?

Para terminar, animo de corazón al espectador a “entrar” en las esplendidas pinturas de Javier Machimbarrena,  a comprometersecon ojo de regardeur, motor de la obra, eso sí, que sea a la luz del Sur, para mantener vivo el fuego. 

 

Santos Barea, arquitecto.

San Sebastián, noviembre de 2018

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